EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA
La formación ciudadana implica el
fomento de una cultura política que estimule la participación cívica y
civilizada, así como el respeto a los derechos humanos, a las diferencias
culturales y a las minorías, tanto en el ámbito público como privado, en un
marco de justicia y libertad. Es tarea esencial de la educación proveer a la
población tanto del conocimiento de los principios que dan forma a la
democracia, sus valores, su evolución histórica, como de habilidades y
destrezas que estimulen su disposición a participar y a involucrarse en los
asuntos públicos.
Es a través de la educación que se
configuran en los ciudadanos los valores democráticos que orientan su conducta
y definen su posición frente a realidades concretas. El reconocimiento de la
dignidad humana propia y de los demás, la aceptación de la diversidad, la
tolerancia, la igualdad, la honestidad, la responsabilidad, la participación,
son valores de la cultura democrática producto del aprendizaje social que al
entenderlos, aceptarlos y tomarlos para sí, se convierten en pautas de conducta
que propician una mayor práctica y demanda de democracia. La educación, pues,
resulta clave en la consolidación y perfeccionamiento de la democracia.
Las relaciones entre la democracia y la
educación son indisolubles. Una no puede separarse de la otra. El concepto de democracia
republicana nació en los albores de una época cuyo signo distintivo fue la
Ilustración. En el siglo XVIII, el "siglo de las luces", se pensaba
que la libertad humana sólo era posible mediante el cultivo de la inteligencia
y que sus peores enemigos eran la ignorancia y el oscurantismo. En resumen la educación es la encargada de
moldear en un círculo político los valores e ideologías para la aplicación de
la democracia como un ejercicio de libertad del ciudadano.
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