LA ESTRUCTURA DEL PODER EN LA SOCIEDAD NORTEAMERICANA

El poder tiene que ver con las decisiones que toman los hombres sobre las circunstancias en que viven y sobre los acontecimientos que constituyen la historia de su época, y que están más allá de las decisiones humanas. Las circunstancias sociales cambian sin una decisión explicita, el problema principal de quien participa en su elaboración es el problema básico de poder.
Los medios de poder que prevalecen en nuestra época se cuentan el poder de manejar y manipular el consentimiento de los hombres. Que no se conozcan los límites de ese poder  y que esperemos que tengan algún limite no suprime la realidad de que ese poder es empleado actualmente con éxito sin la sanción de la razón ni la conciencia de los que obedecen, el poder es ejercido sin su conocimiento sobre los que carecen de poder. Las grandes decisiones de tipo internacional, la persuasión de las masas no ha sido necesaria; el hecho se realiza simplemente. Esas ideologías surgen generalmente como una respuesta una impugnación efectiva del poder. Se ha producido, en realidad, una situación en la que muchos que han perdido la fe en las ideas existentes no han adquirido otras nuevas y en consecuencia, no se preocupan por la política de ningún tipo. Dentro de esta sociedad, pueden distinguirse tres amplios niveles de poder.
El poder para tomar decisiones de consecuencias nacionales e internacionales está ahora tan claramente asentado en instituciones políticas, militares y económicas que otras áreas de la sociedad parecen al margen y, en ocasiones, subordinadas a éstas. Las instituciones dispersa de la religión, la educación y la familia se moldean cada vez más de acuerdo con las tres grandes. A medida que cada una ha asumido su forma moderna, sus efectos sobre las otras dos se han vuelto más grandes y el tráfico entre las tres ha aumentado.
            Este triángulo del poder es ahora círculos de los Estados Unidos en la actualidad. El orden político compuesto antes por varias docenas de estados con un centro federal débil, se ha convertido en un aparato ejecutivo que se ha adjudicado muchos poderes antes dispersos, legislativos y administrativos, y que ahora se extiende a todas las partes de la estructura social.
La vieja tendencia de los negocios y el gobierno a relacionarse cada vez más estrechamente ha alcanzado, desde la Segunda Guerra Mundial, un nuevo punto de evidencia. En las condiciones NA, ha significado el ascenso del funcionario de las compañías a la eminencia política. La economía, antes una gran diversidad de pequeñas unidades productivas en equilibrio más o menos automático, se ha convertido en algo dominado por unos centenares de compañías, administrativa  y políticamente interrelacionadas, que manejan las claves de la decisión económica.
Las relaciones más importantes de la compañía con el Estado descansan ahora en la coincidencia entre los intereses militares y corporativos, definidos por los militares y los ricos corporativos y aceptados por los políticos y por el público.
La atención de la élite ha pasado de los problemas internos  a los problemas internacionales, por la costumbre históricas, el gobierno de los Estados Unidos ha sido conformado por choques y equilibrios internos; no tiene elementos y tradiciones adecuados para el manejo internacional de los asuntos internacionales.
La élite detrás de esa unidad psicológica y social está la estructura y la mecánica de esas jerarquías institucionales sobre las cuales presiden ahora el directorio político, los ricos corporativos y los altos jefes militares.
La idea de élite del poder es por, supuesto una interpretación. Se funda en grandes tendencias institucionales y nos permite entenderlas, y  comprender las semejanzas sociales y psicológicas de los hombres que están en la cima.
Las relaciones más importantes de la compañía con el Estado descansan ahora en la coincidencia entre los intereses militares y corporativos, definidos por los militares y los ricos corporativos y aceptados por los políticos y por el público.
La atención de la élite ha pasado de los problemas internos  a los problemas internacionales, por la costumbre históricas, el gobierno de los Estados Unidos ha sido conformado por choques y equilibrios internos; no tiene elementos y tradiciones adecuados para el manejo internacional de los asuntos internacionales.
La élite detrás de esa unidad psicológica y social está la estructura y la mecánica de esas jerarquías institucionales sobre las cuales presiden ahora el directorio político, los ricos corporativos y los altos jefes militares.
La idea de élite del poder es por, supuesto una interpretación. Se funda en grandes tendencias institucionales y nos permite entenderlas, y  comprender las semejanzas sociales y psicológicas de los hombres que están en la cima.
La imagen del equilibrio, cuando menos en los EU, se deriva de la idea del mercado económico, en ambas opiniones, el político es el hombre clave del poder porqué es el corredor de muchas fuerzas en conflicto. Creer que el sistema del poder refleja una sociedad en equilibrio es, me parece, confundir la época actual con épocas anteriores y confundir su cima y su base con sus niveles medios.
El nivel medio de la política no es un foro en que se discutan las grandes decisiones de la vida nacional e internacional. Está discusión no se realiza a través de partidos nacionalmente responsables que representen y aclaren las distintas políticas.
La campaña política norteamericana distrae la atención de las cuestiones nacionales e internacionales, pero esto no quiere decir que  no se planteen problemas en esas campañas, el político profesional es, por supuesto, un político de partido y los dos partidos son organizaciones semifeudales: comercian con el patrocinio y otros favores por los votos y la protección.
A medida que más gente entra a la arena política, sus asociaciones se convierten en asociaciones de masas, por su tamaño y el poder del individuo depende de ellas, en la medida en que son eficaces  se han agrandado y en esa medida se han vuelto menos accesibles a la influencia de individuo.
La idea de que esta sociedad es un equilibrio de fuerzas exige que supongamos que las unidades en equilibrio son de fuerza más o menos igual y que son realmente independientes entre sí. La nueva clase media de empleados de cuello blanco no es ciertamente el pivote  político de una sociedad en equilibrio. No está, en ningún sentido, políticamente unificada. Sus agrupaciones, tal como son, con frecuencia sólo sirven para incorporarla como un apéndice de los intereses obreros.
Hace cincuenta años muchos observadores pensaban que el Estado norteamericano era una máscara tras la cual operaba un gobierno invisible. La administración sustituye la política electoral, las maniobras de las camarillas, sustituye el choque abierto de los partidos.
Existe una última creencia en la cual los observadores liberales de todas partes fundan sus interpretaciones y sus esperanzas: la idea del público y la idea asociada de la opinión pública. En una sociedad de público la discusión  es el medio ascendiente de comunicación y los medios de masas, si existen, simplemente amplían y animan la discusión, ligando a un público, cara a cara, con las discusiones de otro. En una curiosa adaptación, “el público” se convierte frecuentemente, en el experto sin compromiso.
La estructura política de un Estado democrático moderno requiere que es público concebido por los teóricos democráticos no sólo exista sino que sea el foro mismo en el cual se ponga en práctica una política que responda a problemas reales. En la cima ha surgido una élite cuyo poder exceder probablemente el de cualquier grupo pequeño de hombres en la historia mundial.


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