INTRODUCCIÓN HACÍA UNA CRÍTICA DE LA SOCIOLOGÍA

Los teóricos sociales en la actualidad trabajan dentro de una matriz social que se derrumba, con centros urbanos paralizados y universidades arrasadas.

La sociología como cultura popular.

Una de esas fuentes bien puede ser el surgimiento, entre 1940 y 1960 de la sociología como parte de la cultura popular. Ciertos jóvenes radicales llegaron a desconfiar de la teoría social, experimentándola como parte de la cultura prevaleciente.

El antiintelectualismo de los Babbit pueblerinos, su negativa a enterarse nada. Sin una teoría escrupulosa, los radicales  no podrán comprender a sus enemigos  ni a sus amigos y mucho menos cambiarlos.
En efecto la vieja sociedad no se mantiene unida sólo por la fuerza y la violencia, o por la conveniencia y la prudencia. También perdura mediante teorías e ideologías que establecen su hegemonía sobre la mente de los hombres y mujeres.

La Escuela de Sociología Crítica de Francfort integrada por Jurgen Habermas, Theodor Adorno, Max Horkheimer; otro índice de tal influencia es la receptividad internacional delos nuevos radicales a la obra de otro miembro de esa escuela, Herbert Marcuse. País como Estados Unidos, dónde aparte de muy pocos economistas y un número apenas mayor de expertos historiadores, el marxismo casi no se ha desarrollado; donde su calibre intelectual no ido más allá del atrofiado nivel de la década de 1930.

Nuevos sentimientos viejas teorías.

La situación actual del radicalismo en el sentido de que vivimos una fluida época de transición en la que ha surgido una generación joven provista de una estructura  de sentimientos históricamente depositados en las antiguas teorías. El sociólogo académico podría argüir: no hay por qué suponer que las teorías deben corresponder a los sentimientos de los hombres antes de ser aceptadas.

Politics of Experience: Ahora nadie puede empezar a pensar, sentir o actuar sino desde el punto de partida de su propia alienación lo que necesitamos no es tanto una teoría como la experiencia que le da origen.

Por lo común, la teoría es transmitida por los más viejos a los más jóvenes, que de alguna manera  depende de aquellos. Así la apatía teórica de un joven radical expresa, su vigoroso impulso hacía la individualidad y la autonomía, así como la necesidad de llegar a ser un hombre mejor que sus mayores.

En resumen, es propenso ver en el sociólogo, como en otros  de sus mayores, una especie  de explorador y de hipócrita. Observa, además, que entre los sociólogos no mártires. Toda la sociología académica y la teoría social como una indiferenciada ceguera ante la vida como una ideología desteñida por una parcialidad conservadora generalizada puesta en servicio de status quo.

Sociología y nueva izquierda: una paradoja.

Una de las paradojas engendradas por la crítica generalizada para la cual la sociología es el instrumento conservador de una sociedad represiva, la sociología puede no solo reclutar radicales sino producirlos; no sólo tolerar la radicalización sino engendrada.

En resumen y para decirlo en el lenguaje de una sociología no académica, la sociología encierra  sus propias contradicciones internas, las cuales, a pesar del poderoso vínculo de aquella con el statuo quo y su profundo sesgo conservador, tienen como consecuencia favorecer las tendencias radicalizadas y contrarias al orden establecido, en especial entre jóvenes.

Esto a su vez implica que la sociología no tiene, en modo alguno, un carácter totalmente represivo o uniformemente conservador, sino que posee también un potencial liberalizador o radicalizador susceptible de mayor elaboración.

Por su índole dialéctica, la sociología contiene tantas dimensiones represivas. Desentrañar y profundizar su potencial liberador dependerá, en gran medida, de la penetración de una crítica históricamente informada de la sociología como teoría y como institución social. Decir que una ciencia social debe ser juzgada solo en términos de sus propias normas autónomas es una elección de valor que no se puede justificar en forma exclusiva por consideraciones puramente científicas sino que depende de supuesto anterior, no científico, acerca del propósito de una ciencia social.

Todo valor social está destinado a matar, y lo hace precisamente porque es adecuada desde el punto de vista técnico. En realidad limitar el juicio a criterios exclusivamente técnicos. Equivale  a imponer la conducta psicopática  como una exigencia cultural en el cumplimiento de los roles científicos. En la medida en que nuestra cultura concibe convencionalmente que los roles técnicos, científicos y profesionales obligan  a quienes  los cumplen ignoran todo, a salvo  las implicaciones técnicas de su  labor, la estructura social misma es  intrínsecamente patógena. Lo que  se necesita, es un análisis en diferentes niveles, que examine la sociología en su relación con tendencias  históricas más vastas, con el nivel macro institucional y sobre todo con el Estado.

En resumen: los hombres adoptan a veces el papel de los críticos porque esperan obtener así un fácil acceso a la fama, pero los críticos serios son aquellos capaces de resistir el éxito convencional o de trascender el fracaso, tal como lo define convencionalmente W. Mills.


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